miércoles, 11 de marzo de 2015

Recuerdos oníricos

Quiero pensar que soy alguien. Que tengo una identidad o que en algún lugar de este planeta existe una persona que puede reconocerme.
Os daría mi nombre, pero como os he dicho no tengo recuerdo alguno sobre mi mismo, pero a pesar de mis lagunas, poseo en mi memoria un suceso que puede o no ser real, pero incluso siendo lo que es, lo guardo como oro en paño.
Desde el momento que me di cuenta de mi no existencia comencé a escribir mis vivencias en una pequeña libreta con un lápiz viejo, los cuales siempre llevo a mi lado.
Sinceramente, todo lo que escribía eran cosas nimias: conversaciones con algún vecino, sobre todo preguntándome mi nombre y desde cuando vivía en el Ático 3, a lo que yo respondía "ojalá yo mismo lo supiese" y me marchaba con una despedida cordial.
Pero hay un recuerdo, que más que un recuerdo, es un sueño reiterado, que se repite mínimo dos veces a la semana.
Cada vez varía algún detalle dentro de este: color del cabello de la gente, cambio de nombres, color de ojos, ropa e incluso la voz, que todos suelen ser detalles cambiantes en el mundo onírico.
A lo largo de este último año habré reescrito el sueño 100 veces y las 100 me dan la impresión de una realidad.
No sabéis que es vivir sin ser nadie, ni si quiera yo se como sobrevivo, ya que, por alguna razón, en mi casa, ya que no sabría si llamarlo hogar, poseo una cantidad ingente de dinero, de procedencia desconocida, lo cual hace más desconcertante mi vida. ¿Quién soy? ¿Por qué vivo donde vivo? ¿De dónde ha salido todo aquel dinero? ¿Qué significa mi sueño? Espero que a esta última pregunta me ayudéis todo aquellos que acaben leyendo esto o a los que se les cuente la historia de mi onírica visión.
El sueño comienza en una calle peatonal bien cuidada con jardines a los laterales. Yo me dirijo hacia el lado opuesto de esta. La calle en un principio está vacía, pero poco a poco se comienza a llenar a causa de las calles adyacentes.
El sentimiento de agobio empieza a crecer en mi interior y todo el mundo comienza a mirarme acercándose a mí. Siento sus miradas como puñales en mi pecho y comienzan a gritarme, aunque no logro escuchar lo que dicen. Al final todos callan y se apartan. Entre la multitud aparece una mujer. Unas veces es pelirroja, otras morena; es la parte variable del sueño, aunque todas hacen lo mismo. Se acercan, me miran fijamente de forma dulce. Sus ojos infunden paz y muestran cariño infinito. Tras ello, en el sueño, la mujer me besa en la mejilla de forma cálida. Justo tras sentir su infinito amor, siento algo.frío y afilado en mi estómago, algo que podría ser un puñal. La dama se separa de mí y sus ojos ya no son de afecto, son puro odio, helado y oscuro, que atemorizarían hasta al mas noble y valiente caballero.

En ese momento despierto entre sudores fríos y temblores inhumanos. ¿Por que se reitera tanto una pesadilla de ese estilo? ¿Qué clase de persona soy?
Poco a poco, la curiosidad por conocer la identidad tras la que estoy pasó a ser miedo; miedo a no ser quien no quiero. Suena extraño, pero perder la memoria puede cambiarte totalmente, pasando de ser el más horrible monstruo humano a vivir como el más noble y pacífico señor.
Poco a poco me fui obsesionando más con mi sueño, intentando recordar detalles. Mi carácter se tornaba irascible y algo violento. Mi ira se fue transformando en miedo a ser yo, si es que existe ese "yo".
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He dejado páginas en blanco en la libreta. Cada vez duermo menos y comienzo a padecer obsesión con no dormir. Hasta estoy tomando pastillas para evitar el sueño. Duermo de forma aproximada dos horas al día. He infestado mi casa de despertadores, los más ruidosos posibles. Evito los sonidos musicales. Salgo a andar por las noches. Esto comienza a ser una obsesión. ¿Desde cuándo llevo así? ¿Desde cuando no recuerdo quien soy?
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He perdido la cuenta de los días y las noches. El sueño se hace cada vez más doloroso. Ya ni si quiera puedo cerrar los ojos. Necesito olvidar.
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He llegado a una conclusión. El sueño me ha hecho olvidar. No el sueño en sí, sino la obsesión que trae con él. Habré vivido de cien formas en el mismo cuerpo y me habré forzado a olvidar, pero el subconsciente no olvida. Sé como solucionar los remordimientos. Todo acabará al saltar.

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