Dicen que los viajes en tren son bastante aburridos. Yo no
me lo creo. He vivido poco en este mundo, pero en estos raíles he visto desde
ciudades crudas hasta campos llenos de belleza, pero no todo es mirar por la
ventana. Los trenes son sabios. Sé a la perfección que no pueden hablar, pero
apuesto mi existencia a que ellos han sido testigos de más besos que una
pantalla de cine y más palabras de amor que un poema. Si pudiesen expresarse de
forma humana, ellos sí nos explicarían “¿Qué es el amor?”.
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