El bar estaba vacío a excepción de una pareja mayor, que rondaría los sesenta años y un hombre de negocios que no paraba de hablar por el móvil a la vez que gesticulaba en exceso. El camarero no tardó en atenderlo con gran amabilidad. Pidió un Bourbon con hielo y casi inmediatamente ya podía empezar a saborearlo. La televisión estaba conectada y en el canal sintonizado aparecía un noticiero. Guerra y deportes. Aquellos eran los temas que trataba. Nunca le había visto sentido a la guerra, más que el egoísmo de una nación sobre los bienes de otra. Vio la televisión mientras se tomaba la copa, la cual le duró casi media hora, acabando algo aguada, pero no le importaba. El sabor del whisky le era agradable y caluroso, que con la temperatura que había era bienvenido.
Miró el reloj y quedaba como media hora para la cita, por lo que decidió salir y así fumarse un cigarro. Pagó la cuenta a aquel amable hombre y le preguntó si podría llevarse uno de los periódicos. Sin rechistar, el hombre le dijo que no existía problema alguno. Kevin puso el periódico bajo su brazo y salió a la puerta. Encendió uno de sus cigarros. Le gustaba fumar, le relajaba y le era agradable la sensación del humo descendiendo por su garganta hasta los pulmones. En la puerta del hotel sonaba un hilo musical. Una canción de Led Zeppelin llamada Kashmir. La canción le parecía de las mejores que jamás había escuchado desde siempre. Las notas que iban sonando se mecían con el viento y pintaban el ambiente más relajado. El humo del tabaco parecía bailar a medida que sonaba.
Cuando el cigarro se consumió vio aparecer por la esquina a Mery. Llevaba un vestido largo azul y una chaqueta encima negra. El vestido era sencillo, que no se excedía en formalidad pero mantenía su elegancia. Llevaba el pelo suelto y le bajaba por los hombros.
Mary observó que ya la estaban esperando y esbozo una pequeña sonrisa que tardó poco en borrarse, como si de una alucinación se tratase. Cuando estaban a un metro el uno del otro, Kevin rompió la tensión saludando a la joven dama, ella avanzó hasta él y le besó la mejilla con la misma calidez que la primera vez. Esa sensación sería imborrable en su memoria.
- Bueno, espero que tengas un sitio pensado para cenar, me muero de hambre - Dijo Mary sonriendo.
- Pues hace tiempo que no vengo, pero posiblemente haya un sitio que esté abierto. No es gran cosa ni es un lujo, pero puede gustarte - Comentó Kevin saliendo del pequeño apuro.
Anduvieron durante veinte minutos hasta un pequeño restaurante familiar. Por el camino ella le preguntó a que se dedicaba. Kevin le dijo que era estudiante de filosofía y estaba preparando su tesis actualmente.
- ¿Filósofo? Creo que me he topado con un loco - Ambos rieron.
- ¿Y tú? ¿A que te dedicas actualmente?
- Trabajo en un negocio de transportes coordinando a los conductores de camiones y dándoles indicaciones. No es muy entretenido, pero saco suficiente sueldo para vivir con tranquilidad.
La cena fue bastante entretenida. Ambos hablaron de sus vidas contando anécdotas. Cosas simples sin indagar en la intimidad de cada uno. Cuando terminaron ambos salieron a dar un paseo hasta la donde Mary se alojaba.
- Bueno, creo que esta es una despedida - Dijo Kevin algo apenado.
- Yo aun estoy de vacaciones durante cinco días más. Ten -Mary sacó de su bolso una tarjeta con su número de telefono- Cuando te apetezca charlar o tomar algo, avisame. Ha sido un placer conocerte Kevin. Hasta la proxima.
Esa vez no hubo beso en la mejilla, fue un abrazo. Dulce, cálido, pero que acababa amargo cuando se separó.
Volvió andando hacia el hotel con tranquilidad fumándose uno de sus últimos cigarros. Las calles estaban vacías y sus pisadas sonaban duras y férreas. Cuando entró al hotel y pasó delante de recepción, la mujer que estaba tras el mostrador le llamó.
- Perdone ¿Es usted Kevin, no?
- Sí, dígame.
- Acaba de recibir una llamada de su hermana, es urgente dice.
- ¿Puedo llamar desde mi habitación?
- Por supuesto.
- Muchas gracias.
Kevin subió con gran velocidad las escaleras y llamó a su hermana. Solo se oían sollozos y entre sus lágrimas, escuchó la palabra "muerto".
(Continuará)
Cuando el cigarro se consumió vio aparecer por la esquina a Mery. Llevaba un vestido largo azul y una chaqueta encima negra. El vestido era sencillo, que no se excedía en formalidad pero mantenía su elegancia. Llevaba el pelo suelto y le bajaba por los hombros.
Mary observó que ya la estaban esperando y esbozo una pequeña sonrisa que tardó poco en borrarse, como si de una alucinación se tratase. Cuando estaban a un metro el uno del otro, Kevin rompió la tensión saludando a la joven dama, ella avanzó hasta él y le besó la mejilla con la misma calidez que la primera vez. Esa sensación sería imborrable en su memoria.
- Bueno, espero que tengas un sitio pensado para cenar, me muero de hambre - Dijo Mary sonriendo.
- Pues hace tiempo que no vengo, pero posiblemente haya un sitio que esté abierto. No es gran cosa ni es un lujo, pero puede gustarte - Comentó Kevin saliendo del pequeño apuro.
Anduvieron durante veinte minutos hasta un pequeño restaurante familiar. Por el camino ella le preguntó a que se dedicaba. Kevin le dijo que era estudiante de filosofía y estaba preparando su tesis actualmente.
- ¿Filósofo? Creo que me he topado con un loco - Ambos rieron.
- ¿Y tú? ¿A que te dedicas actualmente?
- Trabajo en un negocio de transportes coordinando a los conductores de camiones y dándoles indicaciones. No es muy entretenido, pero saco suficiente sueldo para vivir con tranquilidad.
La cena fue bastante entretenida. Ambos hablaron de sus vidas contando anécdotas. Cosas simples sin indagar en la intimidad de cada uno. Cuando terminaron ambos salieron a dar un paseo hasta la donde Mary se alojaba.
- Bueno, creo que esta es una despedida - Dijo Kevin algo apenado.
- Yo aun estoy de vacaciones durante cinco días más. Ten -Mary sacó de su bolso una tarjeta con su número de telefono- Cuando te apetezca charlar o tomar algo, avisame. Ha sido un placer conocerte Kevin. Hasta la proxima.
Esa vez no hubo beso en la mejilla, fue un abrazo. Dulce, cálido, pero que acababa amargo cuando se separó.
Volvió andando hacia el hotel con tranquilidad fumándose uno de sus últimos cigarros. Las calles estaban vacías y sus pisadas sonaban duras y férreas. Cuando entró al hotel y pasó delante de recepción, la mujer que estaba tras el mostrador le llamó.
- Perdone ¿Es usted Kevin, no?
- Sí, dígame.
- Acaba de recibir una llamada de su hermana, es urgente dice.
- ¿Puedo llamar desde mi habitación?
- Por supuesto.
- Muchas gracias.
Kevin subió con gran velocidad las escaleras y llamó a su hermana. Solo se oían sollozos y entre sus lágrimas, escuchó la palabra "muerto".
(Continuará)
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