Despierto de mi letargo. Como llevaba pasando un mes, no recuerdo soñar nada. Me levanto y me ducho. El agua cae sobre mí como si una nube se empeñase en hacer que lloviese sobre mi cabeza.
Me preparo un café y enciendo la televisión. Las noticias anuncian lo de siempre; todo se repite cada día. Parece distinto pero no lo es. Apago la televisión. Se produce un silencio sepulcral. Si me concentro alcanzo a oír las gotas del grifo caer.
Salgo de casa. El día es de un gris denso. La niebla cubre las calles y no se distinguía nada a más de 3 metros.
Hago lo mismo de siempre: trabajo de oficina, cocinar, limpiar... Lo mismo siempre.
Limpio la casa por la tarde y ceno pronto. Una comida frugal y simple, pero suficiente para mí. Tras todo ello, abro la misma botella de whisky. Misma botella, mismos pensamientos.
No aguanto más. Mañana será lo mismo. Mañana será igual de gris. Vivo en esa profunda espiral; todo es igual.
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