"¡Dios santo! ¿Como puede hacer tanto frío?" Ese pensamiento no abandonaba mi cabeza por mas que lo quisiese. Aquel lugar era muy frío y todo mi cuerpo tiritaba incluso llevando dos chaquetas y camiseta de manga larga. ¡Ni frotando las manos entre si consigo entrar en calor! Pero no pienso volver ahora mismo, aun queda mucho que hacer.
Ahora mismo me encuentro frente a mi casa. Desde el primer momento que pisé la calle sabía que no debía ir esa noche a "aquel lugar" donde me citaron. Sabía que podría pasar algo malo, pero mi cabeza solo piensa en ir. Solo llevo cinco minutos aquí parado y ya tengo miedo de lo que pueda pasar. Reviso la hora: "La 1:28 de la madrugada". Saco las llaves de mi casa y pienso en mandar todo a la mierda y volver a mi cama y dormir, pero no puedo, no quiero. Las guardo de nuevo, me pongo los auriculares y comienzo a andar. Delante de mi casa hay un parque bastante grande donde pasean los perros diariamente, pero en estos momentos está totalmente vacío y bastante oscuro a pesar de las farolas mal colocadas con su luz amarilla típica de la ciudad.
Atravieso el parque mientras música de jazz inunda mi mente a través de mis oidos. Suena Miles Davis, el cual es mi favorito, y no evito emocionarme con algunas de sus improvisaciones mientras voy andando.
Cada segundo que pasa estoy mas ansioso por llegar donde me he citado. Aun queda una hora para el momento en el que hemos quedado, pero no me importa. Necesito tomar algo de aire "fresco", si es que al humo de ciudad se le puede llamar aire. También necesito un trago, pero voy bien preparado con una pequeña petaca rellena de ron.
Continuo andando lentamente por la ciudad hecho un manojo de nervios. "¿Que hago cuando llegue? ¿Saludo sin más? ¿Me quedo callado? ¡Agh! ¿Por que aceptaría?"
Cuando llego al lugar indicado, un tipo de local pequeño que tiene las luces apagadas, miro la hora: "Las 2:03. Aun me quedan 27 minutos" Saco entonces una pequeña libreta que siempre llevo conmigo y comienzo a hacer garabatos con un boligrafo. Todos los dibujos que hago los acabo tirando porque son pesimos y acabo desistiendo.
Ahora suena "Five Spot After Dark", canción que me recuerda al último libro me leí. "Las 2:26". Los minutos son largos dentro de mi cabeza, pero realmente sé que todos son iguales, pero no consigo dejar de pensar que hay algunos mas largos que otros. Minutos que se hacen horas y horas que se hacen segundos. El tiempo es demasiado relativo dentro de la cabeza.
Justo a las 2:30 una figura aparece y me toca el hombro con la mano. Yo me asusto y veo que es a quién esperaba. Saludo elevando la mano y mi acompañante hace lo mismo. Abre la puerta y me invita a pasar a aquel minúsculo local. Al entrar veo que no hay mas que un sofá, una mesa, una estufa antigua y una nevera de habitación de hotel. Mi anfitrión la enciende y me invita a sentarme mientras en la nevera busca algo para beber. Saca cerveza para los dos. Yo la abro y doy un largo trago. Miro a los ojos a mi acompañante. "Ojos verdes. Nunca me había fijado totalmente. Sabía que tenía unos ojos de un color algo raro, pero no sabía que eran tan verdes".
Se acerca a mi y me coge la mano. Yo trago saliva nervioso. "Ella no puede querer algo conmigo. Es totalmente imposible. Además siempre me ha odiado. Siempre ponía malas caras al verme. ¡Es más! Yo pensaba que iba a decirme que me alejase de ella. Después de todo lo que pasó hace dos años."
Tras pensar eso, me vino a la mente aquel suceso. Yo tenía 17 años y era verano por la noche. Yo la estaba acompañando a casa por simple educación. No me caía demasiado bien, pero tenía algo en su carácter que me llamaba demasiado la atención. El problema fue que, cuando estábamos cerca de su casa, empezamos a hablar y por azares del destino, nos besamos. Fue solo un beso. Entonces ella se marcho a su casa. El problema fue que al día siguiente mis padres discutieron y me fui ese mismo día de mi ciudad. Sin despedirme de ella, mi único amor. Era todo demasiado raro. Hacia dos días no me caía demasiado bien, pero poco a poco empecé a descubrir en ella algo distinto a todas y de pronto, la abandono.
Cuando pude contactar con un amigo, me dijo que ella me odiaba, que decía que yo era el hombre más odioso del mundo, que no me merecía nada mas que cosas espeluznantes. A los dos años decidí volver con mi padre a vivir para estudiar cerca de aquella ciudad, pero no tuve el valor de llamarla, o hablarle hasta que dos días antes de hoy, me la encontré y me dijo que tenía que hablar de forma seria conmigo. Y llegamos a esta situación".
Ella sigue agarrándome la mano. Yo ya, nervioso como el que más, tengo temblores en las manos y la lata de cerveza ya casi vacía cae al suelo. Ella ni la mira. Entonces se acerca, me besa y me dice las palabras comienza a hablar:
"Siempre he estado enamorada de ti, pero ya no sirve de nada. Hoy es el último día que nos veremos en toda nuestra vida. Tu no pudiste despedirte de mi y se que quisiste hacerlo. Te odio y te quiero. No se como lo has hecho, pero no quiero verte más y a la vez quiero quedarme aquí por siempre. No te diré donde voy, aunque se que nunca me buscarás. Solo necesitaba decirtelo."
Ella comienza a llorar. Yo no se que hacer. Me levanto a abrazarla y me aparta. Me echa del local y me cierra la puerta en mis narices. Permanezco cinco minutos frente a la puerta. Veo la luz encendida y noto el calor de la estancia. Finalmente acabo yéndome a casa.
Al día siguiente me despierto y cojo el periodico. Odio la television, por lo que solo leo el periódico. De pronto veo que ayer un edificio ardió. Algo normal si la gente se deja la calefacción encendida. Pero entonces se me corta la respiración. Era el edificio de ayer. El local de ayer. Hubo 4 muertes, entre ellas la de una joven de 21 años. Ella. Seguro. Dejo el periódico y me marcho a mi cuarto. Me culpo por todo. Si hubiese llamado, si hubiese hecho algo. Si me hubiese despedido. Ya todo da igual.
La moraleja de todo esto es sencilla. A veces, si dejas una oportunidad escapar, todo el destino se pone en tu contra.
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