A medida que los días pasan, la noche se apodera antes del paisaje. Sientes como si llevases horas haciendo algo, cuando realmente no habrá pasado casi tiempo.
Te tiras la tarde entre libros, apuntes, bolígrafos y ecuaciones para intentar comprender una serie de conceptos que a veces son sencillos y otras, más complejos que cualquier dato existente en nuestro cerebro.
Decides descansar, ahorrar energías viendo vídeos, escuchando música, leyendo... pero hay un momento que todos sabemos que llegará: La hora Pi.
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